La CIA elaboró en diciembre de 1961 un perfil psiquiátrico de Fidel Castro que, en buena medida, signó la conducta política de EE.UU. hacia Cuba y en especial, hacia el líder de la por entonces flamante Revolución Cubana. Hoy, cuando el diccionario de la Guerra Fría ha retornado al lenguaje común de la política internacional y se habla de “deshielo” en la relación entre EE.UU. y Cuba, el viejo informe psiquiátrico sobre Castro es un documento revelador y demostrativo de cómo encaraba el gobierno del presidente John F. Kennedy, el desafío de tener un estado comunista a escasas millas de la costa norteamericana.
¿Qué dice ese informe? Que Castro no está loco pero tiene una personalidad altamente neurótica e inestable, que lo hace vulnerable a ciertos tipos de presiones psicológicas; que tiene unas enormes ansias de poder y de ser reconocido y adulado por las masas, junto a una necesidad constante de rebelarse, de estar siempre enfrentado a un adversario, de derrocar a una autoridad existente; las críticas lo tornan inestable y hacen que pierda contacto con la realidad; que su egoísmo es, a la vez, su talón de Aquiles y que gran parte de su satisfacción y de refuerzo de su ego personal proviene de su relación con el argentino Ernesto “Che” Guevara y con su hermano Raúl Castro, hoy presidente. “Castro es intelectualmente dependiente y sumiso respecto del Che –dice– Su estabilidad emocional sufriría si Che no mantuviera una actitud firme y positiva hacia él. La ruptura de esta relación –sugieren los psicólogos de la CIA– probablemente derive en un Castro abatido y reduzca su efectividad”.
¿Impulsó la CIA una ruptura de las relaciones entre Fidel y el Che, más tentado por el comunismo chino que por el soviético, al que adhirieron los hermanos Castro? Por cierto, la CIA y los gobiernos de EE.UU., el de Kennedy y los que le siguieron, optaron por eludir pesados informes psiquiátricos e intentaron asesinar a Fidel con decenas de métodos, algunos extravagantes, con agentes secretos, cubanos en el exilio, mercenarios de toda laya o elementos de la mafia. Pero ¿cuánto hizo a las relaciones entre los dos países el informe que fue secreto y que hoy se exhibe, casi como una curiosidad, en la Biblioteca Presidencial y Museo John F. Kennedy de Boston?
Después de señalar los elementos neuróticos de la personalidad de Fidel, el informe, de tres carillas, apretadas en un interlineado de un espacio y fechado ocho meses después de la fracasada invasión a Bahía de Cochinos y diez meses antes de la Crisis de los Misiles que puso al mundo al borde de una guerra nuclear, señala que los “excepcionales elementos neuróticos de su personalidad son el hambre de poder y su necesidad de reconocimiento y adulación por las masas: es incapaz de obtener completa satisfacción de cualquier otra fuente”.
El estudio establece que cualquier tipo de crítica “lo vuelve inestable y proclive a perder contacto con la realidad” y sugiere: “Si Castro fuese atacado en forma consistente por aquellos a quienes pide su aprobación, el resultado sería probablemente un desorden de su personalidad, su ineficacia política e, incluso, una enfermedad emocional clínica, como la depresión”. “El egoísmo de Castro es su talón de Aquiles. Narcisista al extremo, en la victoria debe controlarlo todo, sin delegar autoridad. Cuando se enfrenta a la derrota, su primera preocupación es retirarse para reagrupar sus recursos”.
Después de analizar los vínculos de Castro con Raúl y con el Che, añade: “Castro parece ser un individuo pasivo que se defiende de sus miedos a esa pasividad con la exaltación de sus maneras agresivas y sádicas. Su hiperactividad, la anulación de la rutina, la falta de organización, su impulsividad, sus rabietas, sus tendencias masoquistas, incluso con un deseo hacia el martirio, parecen relacionadas al costado femenino-pasivo de su personalidad. Su necesidad compulsiva de estar “en la cima” y no ceder jamás el control o la autoridad, es otra indicación de sus miedos respecto a la pasividad”. En otro pasaje, el equipo psiquiátrico de la CIA de hace 53 años sugiere que “el desvelo de Castro por el cuidado médico y la alimentación de los más pobres, por brindar igualdad de oportunidades educativas a los no privilegiados, y su deseo de ser reconocido por ellos como un hermano benevolente y protector, indica un grado de conciencia muy herida. Sus castigos extremos a las violaciones y robos hablan también de cierto grado de culpa inconsciente que tal vez pueda ser usado en su contra”. Sin embargo señala que, “pese a depender de las masas para su sostén (…) no confía en ellas lo suficiente como para llamar a elecciones Su prioridad es mantenerse en el poder. Él probablemente destruiría a ambos, a sí mismo y al pueblo cubano, para preservar este estatus”.
El informe termina por destacar “la superior capacidad intelectual” de Castro, sus dotes como “líder revolucionario y agitador” y su “incapacidad para la organización y la administración. Además –dice– no puede confiar en nadie a quien delegar su autoridad"
Por Alberto Amato
¿Qué dice ese informe? Que Castro no está loco pero tiene una personalidad altamente neurótica e inestable, que lo hace vulnerable a ciertos tipos de presiones psicológicas; que tiene unas enormes ansias de poder y de ser reconocido y adulado por las masas, junto a una necesidad constante de rebelarse, de estar siempre enfrentado a un adversario, de derrocar a una autoridad existente; las críticas lo tornan inestable y hacen que pierda contacto con la realidad; que su egoísmo es, a la vez, su talón de Aquiles y que gran parte de su satisfacción y de refuerzo de su ego personal proviene de su relación con el argentino Ernesto “Che” Guevara y con su hermano Raúl Castro, hoy presidente. “Castro es intelectualmente dependiente y sumiso respecto del Che –dice– Su estabilidad emocional sufriría si Che no mantuviera una actitud firme y positiva hacia él. La ruptura de esta relación –sugieren los psicólogos de la CIA– probablemente derive en un Castro abatido y reduzca su efectividad”.
¿Impulsó la CIA una ruptura de las relaciones entre Fidel y el Che, más tentado por el comunismo chino que por el soviético, al que adhirieron los hermanos Castro? Por cierto, la CIA y los gobiernos de EE.UU., el de Kennedy y los que le siguieron, optaron por eludir pesados informes psiquiátricos e intentaron asesinar a Fidel con decenas de métodos, algunos extravagantes, con agentes secretos, cubanos en el exilio, mercenarios de toda laya o elementos de la mafia. Pero ¿cuánto hizo a las relaciones entre los dos países el informe que fue secreto y que hoy se exhibe, casi como una curiosidad, en la Biblioteca Presidencial y Museo John F. Kennedy de Boston?
Después de señalar los elementos neuróticos de la personalidad de Fidel, el informe, de tres carillas, apretadas en un interlineado de un espacio y fechado ocho meses después de la fracasada invasión a Bahía de Cochinos y diez meses antes de la Crisis de los Misiles que puso al mundo al borde de una guerra nuclear, señala que los “excepcionales elementos neuróticos de su personalidad son el hambre de poder y su necesidad de reconocimiento y adulación por las masas: es incapaz de obtener completa satisfacción de cualquier otra fuente”.
El estudio establece que cualquier tipo de crítica “lo vuelve inestable y proclive a perder contacto con la realidad” y sugiere: “Si Castro fuese atacado en forma consistente por aquellos a quienes pide su aprobación, el resultado sería probablemente un desorden de su personalidad, su ineficacia política e, incluso, una enfermedad emocional clínica, como la depresión”. “El egoísmo de Castro es su talón de Aquiles. Narcisista al extremo, en la victoria debe controlarlo todo, sin delegar autoridad. Cuando se enfrenta a la derrota, su primera preocupación es retirarse para reagrupar sus recursos”.
Después de analizar los vínculos de Castro con Raúl y con el Che, añade: “Castro parece ser un individuo pasivo que se defiende de sus miedos a esa pasividad con la exaltación de sus maneras agresivas y sádicas. Su hiperactividad, la anulación de la rutina, la falta de organización, su impulsividad, sus rabietas, sus tendencias masoquistas, incluso con un deseo hacia el martirio, parecen relacionadas al costado femenino-pasivo de su personalidad. Su necesidad compulsiva de estar “en la cima” y no ceder jamás el control o la autoridad, es otra indicación de sus miedos respecto a la pasividad”. En otro pasaje, el equipo psiquiátrico de la CIA de hace 53 años sugiere que “el desvelo de Castro por el cuidado médico y la alimentación de los más pobres, por brindar igualdad de oportunidades educativas a los no privilegiados, y su deseo de ser reconocido por ellos como un hermano benevolente y protector, indica un grado de conciencia muy herida. Sus castigos extremos a las violaciones y robos hablan también de cierto grado de culpa inconsciente que tal vez pueda ser usado en su contra”. Sin embargo señala que, “pese a depender de las masas para su sostén (…) no confía en ellas lo suficiente como para llamar a elecciones Su prioridad es mantenerse en el poder. Él probablemente destruiría a ambos, a sí mismo y al pueblo cubano, para preservar este estatus”.
El informe termina por destacar “la superior capacidad intelectual” de Castro, sus dotes como “líder revolucionario y agitador” y su “incapacidad para la organización y la administración. Además –dice– no puede confiar en nadie a quien delegar su autoridad"
Por Alberto Amato